El crecimiento y desarrollo de un individuo se encuentra determinado por diferentes factores, desde la etapa embrionaria por su genética y factores ambientales con los que interactúa a lo largo de la vida. Durante las etapas fetal-neonatal pueden programarse riesgos para la salud infantil y adulta. La programación metabólica precoz puede promover posteriormente el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como obesidad.1
Los primeros 1000 días de vida de un individuo, comprenden desde la concepción hasta los dos años y se determinan como una ventana de oportunidad, caracterizada por la gran plasticidad que tiene el individuo en generar esta programación y constituye el momento ideal para intervenir y prevenir el riesgo de ECNT. 1–3 Por ello, una nutrición adecuada durante esta etapa es clave para la salud a lo largo de la vida, por el rápido crecimiento y desarrollo del organismo y sus funciones durante el embarazo, la lactancia y el niño de corta edad, etapas en las que los requerimientos nutricionales son específicos.1,3,4